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jueves, 3 de febrero de 2011

Josefina, la yuyera



Se llama Josefina y es parte de una postal común en las calles de Asunción, Paraguay. Todas las mañanas, muy temprano, se instala en una de las esquinas del centro de la ciudad y acomoda las plantas medicinales que acaba de comprar en el mercado. Las dispone ordenadamente en una cesta redonda para luego, volver a venderlas.
En esta época en que el calor puede trepar como hoy, hasta los 41 grados sin que ni siquiera el sol se inmute, la mayoría de los que se detienen en el puesto de Josefina, lo hacen portando un termo -que parece un tamborcito- en el que preparán, con el "yuyo" elegido,un aliviador tereré.
Y no es improvisada Josefina. Como sabe del asunto, también tiene para ofrecer hielo, hecho en pequeñas bolsitas plásticas, alargadas y de espesor muy fino. Así, los clientes agobiados salen rumbo a sus cosas, con la hidratación asegurada.
Ya hace un rato que estoy parada al laldo del puesto. Me mira desconfiada. Le pregunto cómo se llama y si le puedo sacar una foto. Me dice que sí pero se corre, así que le robo ésta. Le digo que su canasta me encanta, que no sé nada de yuyos. Y nos ponemos charlar.
Charla que se interrumpe con la incesante llegada de hombres y mujeres. Casi todos saben lo que buscan, ya conocen y van al grano. La mayoría ha pedido un yuyo refrescante. Josefina entra en acción. Toma un ramito, o dos, si hace un "blend" y lo macera en un pequeño mortero para volcar el contenido "machucado", dentro del termo que contiene agua helada con cubitos o barrita de hielo.
El ramito cuesta entre mil y dos mil guaraníes y hay para todos los gustos y dolencias. Anís, Burrito, cedrón, toronjil, ajenjo, menta. Para toda clase de angustias y dolores.
Me sigo quedando y cada vez que se va a buscar agua para un cliente (se mete por una puerta que parece pertenecer a una institución (y haber una canilla, claro) y vuelve.
-¿Vive de esto Josefina?, le largo la pregunta.
-Nooo, con esto no me alcanza. Estoy un rato a la mañana, hasta que vendo todo y después me voy a segur trabajando.
-Y de qué más trabaja?
-En casas...
-Y qué hace en las casas?
-¡Limpio. En esas casas limpio y después, me voy a mi casa. Las cosas están difíciles por acá así que hay que hacer de todo.
-Y Lugo? ¿Le gusta Lugo, el presidente?
- Ah, ése. Ese se la pasa paseando...
Ahora es ella la que pregunta.
- ¿Y usted cómo se llama?
-Ana.
-Y de dónde viene?
-De Buenos Aires.
Recibo un "Ah" como respuesta y parece desilusionada. Tal vez pensaba que venía de más lejos, como todos los que por la calle y en los negocios me hablan en inglés.
Y mientras pensaba en esto, lo del inglés, Josefina me dice: "Y bueno, pero ustedes allá están mejor, tienen ayuda del gobierno, a la gente le dan plata, le dan subsidios, ayudan a las madres solteras y esas cosas, acá no", enfatiza.
Me quedé mirando los yuyos.No dije nada al principio. Si había algo que no quería, con 41 grados, era hablar de política y darle mi opinión al respecto aunque no pude dejar de decirle: "Pero bueno señora, lo que pasa que creo que es pan para hoy pero hambre para mañana", así, le tiré mi pensamiento profundo, con semejante calor.
- Y si claro pero bueno...acá no tenemos nada.
Y ninguna dijo nada.
Vuelvo a las plantas y hojas. Le pido algo para el dolor de cabeza. No tiene. Me ofrece un refrescante.Lo llevo.
Nos despedimos amablemente. Camino calle abajo y me pierdo por los puestitos, mirando nomás. Y pensando, (en el tereré que me voy a tomar).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bueno !! los tereres con diferentes gustos !! como los refrescos, que tambien lo son !! espero que vuelvas con varias recetas, que aca tambien esta haciendo calor !!