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lunes, 21 de diciembre de 2009

Rima despareja y compleja para mi hijita Martina...

Pensé que ibas a sorprenderme con un tendal,
(pero te iba a querer igual).
Oh sorpresa, en una lucha bastante desigual,
sólo te llevaste matemática y biología y ya metiste la primera.
Y aunque la segunda te llevaste directo a la próxima primavera,
nada va a detener tus ansias de zambullirte en el mundo entera.
(Si ya sé pero si no, no rima...).
Tinita, el mundo se abre ante el paso y la fuerza de tu empuje.
Hasta acá te conduje.
Te suelto (pero un poco) la mano
pero siempre, esté donde esté,
estará a tu alcance para que la vuelvas a tomar
aunque también sé, que tenés con quién "remar".
Y no es que me lo tome en broma,
pero nadie mejor que yo sabe,
que para que seas feliz,
debo dejarte volar.

En las alturas...

En las alturas...

Tandil a full, como viene sucediendo y ya no nos sorprende. Fin de semana de paseos colmados, con una ciudad que prepara para recibir a miles de visitantes que a fin de año, se dan cita por el pago chico para reencontrarse con su familia, con amigos.

Y el calor, que no le fue en zaga a toda esta movida, apretó y apretó, empujando a la mayoría de los visitantes a buscar aire fresco en los distintos paseos.

La Cascada no fue la excepción sino que por el contrario, hizo las delicias de este pequeño que transformado en rey y señor de las alturas, chapoteó y se refrescó a más no poder, dueño de una vista inigualable, se burló del calor mientras mamá y papá preparaban y compartían con un grupo de amigos, el mate del domingo a la tarde.

domingo, 29 de noviembre de 2009

"Disculpe las molestias..."


“Disculpe las molestias…”
Por Ana Jensen

Ordenaba algunas ideas en mi cabeza para escribir una reflexión acerca de la “sensación” de inseguridad, cuando encontré esta información: “La presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibirá la semana próxima al marido de la maestra asesinada en la localidad bonaerense de Presidente Derqui, en el partido de Pilar, para robarle el coche. Según trascendió, la propia mandataria pidió tomar contacto telefónico con Walter García, esposo de la víctima, a fin de invitarlo a casa de Gobierno. Se comentó que García ‘agradeció’ el gesto presidencial y explicó que se encontraba haciendo trámites para inhumar los restos de su esposa, por lo que el encuentro se pospuso para la semana próxima. La cita tendrá lugar luego de que el viudo de Sandra Almirón reclamara a la Presidenta que ‘hiciera algo’ para combatir la inseguridad”.
Inmediatamente, encontré el título para la nota. Es que mientras trataba de salir del asombro, por semejante y desatinada invitación, traté de adivinar qué sería lo que la primera mandataria tendría para decirle al hombre que acababa de enviudar, al hombre a quien acababan de quebrarle todos sus sueños, sus proyectos junto a Sandra, la mujer que había elegido pero que ¡pum! y ya no está.¿Qué podría decirle? “Hola señor, ¿cómo le va?” o “buenas tardes Walter, cómo anda?” o “mucho gusto, encantada de conocerlo”… Para luego agregar, le “ruego que disculpes las molestias, estamos trabajando… Justo, justo estaba por empezar a asumir este flagelo, eso de que andan matando ciudadanos por ahí y yo me la paso viajando, cuando le toca a su esposa, morir en la puerta de su casa para robarle el auto de morondanga que tenía, por eso quería que viniera antes de que me fuera para el Vaticano pero usted, bueno, estaba haciendo trámites, ¿vio?”.
Qué podría decirle si no, a él y a tantos otros. A la viuda de Echarrán, a la beba que nació sin padre; a la mamá del joven Santiago Urbani; a la mamá de Renata, la arquitecta, o al hijo del transportista, si vamos un poco más atrás, o a la esposa de Luis Cano, si venimos un poco más acá…Qué podría decirle a la familia de Fernando Cáceres o eventualmente a él mismo, que hasta hace unas semanas era un hombre que tenía su propio cuerpo a disposición para lo que quisiera: reír, llorar, correr, pegarle a la pelota, cantar o amar y ahora, su entorno y tal vez él mismo festejan que puede decir hola levantando un dedo y que “se tapa solo”, como si fuera eso la gran cosa. No, no confunda. Deseo con toda mi alma que Cáceres sobreviva y viva y algún día sea todo esto más que un triste recuerdo, pero usted sabe que me refiero a otra cosa. ¿Por qué debe pasar por todo esto?
En lugar de invitar viudos a la Rosada, más bien se me ocurre más adecuado recomendarle, con todo el respeto que me merece (por su investidura), concurrir a cada uno de los velorios o entierros, momentos en que los desgarros no le dejarán lugar a dudas, donde las sensaciones se harán enseguida realidad, donde no van a importar demasiado las estadísticas que maneja el ministro de Justicia, Julio Alak, eso de que en otros lados están peor que nosotros.Más bien se me ocurre que sería más lógico invitar a la Rosada, a cada una de las personas que tengan algo para decir, para aportar, desde la oposición o desde el lugar que sea, a sendas reuniones y definir entre todos, juntos; una estrategia para poner fin a esta matanza de la que somos víctimas todos.
¿Qué hacer? No sé, no tengo ningún cargo ni me he postulado a ninguno como para dar esta respuesta, pero puedo sugerir algo, puedo opinar al respecto y digo que está claro que con medidas espasmódicas, para pasar el momento, como hacer la razia por todos los desarmaderos a lo loco y para las cámaras como se hace cada tanto para que después todo vuelva a la “normalidad”, no va a tener ningún resultado, si no es una medida constante y controlada.
Tampoco caer sobre los menores, estigmatizarlos, pero tampoco que les dé igual. No será imposible hacer dos cosas, como masticar chicle y atarse los cordones al mismo tiempo: mientras se va al fondo de las cosas, mientras se parte desde cada una de las casas, con educación, trabajo, contención y seguimiento, a aquellos que han perdido el rumbo y tienen armas y muertes en sus manos, sacarlos de la calle para introducirlos aunque sea un poco tarde pero no perdido el tiempo, en ese sistema de contención y reeducación. Si en cada uno de los pueblos y ciudades del país se juntaran dos o tres que quieren, pueden. Digamos la verdad. Nos conocemos todos y sabemos quién es quién y dónde están y cuáles son las leyes que necesitamos. Sólo es necesario un poco de compromiso y de coraje y pensar en el otro y ponerse en el lugar del otro (haga la prueba, es un ejercicio doloroso pero necesario). Póngase en el lugar de una madre, de un hermano. Se le desgarraría el corazón. Y a no hacerse los distraídos, que una función pública significa servicio y no beneficio.
¿Qué queda bien decir? ¿Qué es políticamente correcto en estos casos? ¿Se puede en la Argentina de hoy hablar de los derechos humanos para todos o eso es facho, pedir que a uno lo cuiden, lo protejan. Que si ese chico, que si ese muchacho o a ese hombre que tiene sus manos bañadas en sangre, lo detengan, ¿se es derecha mano dura? Trabajar, pasear, soñar, tener una familia, tratar de ser feliz con nada, poco o mucho, lo que nos toque, ¿debe depender del azar que nos gatillen en la cabeza? O debería haber algo (que se llama disuasión, ley y cumplimiento y esas cosas, que los hicieran dudar aunque sea, un momento).
“Basta de gatillo fácil”, leía el otro día en un grafiti, a la bajada de una autopista en Buenos Aires. Sí, pensé, eso sí que está bueno. Basta de gatillo fácil… Además, ya que estamos, alguien debería decirles a todos esos delincuentes dispuestos a gatillar que paren, que paren de matar, porque desde lo comercial (ya que del lado humano se ve que no les llega), con eso lo único que consiguen es revolver el avispero y que sea más difícil colocar un usado. El robo de un auto, a quién le importa demasiado si el seguro después de todo, es obligatorio. Unos trámites y ya. Si no estaba asegurado y ¡bueh! Debió hacerlo, es obligatorio y le ahorrará dolores de cabeza pero bueno, lo peor será tener que empezar de nuevo, desde abajo, pero la vida, cuando es desde abajo, desde el fondo del sepulcro, ya es demasiado tarde. No hay retorno desde ese lugar.
No sé, preguntarle a Renata, a Sandra, va a ser un poco complicado porque ellas ya no tendrán la oportunidad. Ninguna. Los sueños de ellas ya están rotos. Más rotos que los de nadie. Por eso me pregunto, señora, ¿qué le va a decir al viudo?

martes, 24 de noviembre de 2009

Escenario

Casi silencioso, casi sonoro.
Casi quieto, casi en movimiento,
es el vaivén,
del mar sobre la orilla
y la arena casi desierta
que espera.
Espera al sol,
demorado con la lluvia
y escondido entre las nubes.
Es el viento que las empuja lejos
para que tarden más en volver.
Mientras,
casi inquieta, casi inmóvil,
la playa espera
el fragor del cielo despejado
para convertirse.
Así, casi es todo
y todo esto,
lo que queda.
Cuando ya nos fuimos,
cuando el malacate ya nos trajo,
cuando la nube ya volvió
y cuando al final del día,
ni siquiera nos dimos cuenta.
Que el escenario, ya es otro.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Los chicos con Chávez...


A cuidar el agua...
"Hay gente que se pone a cantar en el baño media hora. ¿Qué comunismo es ése?", criticó Chávez. "Yo lo he contado: tres minutos es más que suficiente; no quedo hediondo. Un minuto para mojarse, otro para enjabonarse y el tercero para enjuagarse. Lo demás es un desperdicio", opinó.
Para el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, la ducha también es una cuestión de Estado, además de todas las cosas que usted y yo ya sabemos, para qué entrar en detalles...
Sólo ruego que esto no llegue a oídos de Cristina porque me encanta cantar bajo la ducha.
No discutimos el ahorro, el cuidado de un bien tan preciado como el agua pero que se atrevan a decir cuánto debe durar la ducha, me parece un poco invasivo, además de autoritario.
Y que no llegue a oídos de nuestros adolecentes, que se van a hacer todos chavistas, ya sabemos que en determinada edad, nuestros hijos son como los barcos nuevos, hay que empujarlos para llevarlos al agua...
Si quiere espantarte un poco más, el link: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1191358

jueves, 22 de octubre de 2009

EL ABRAZO ESPONTANEO

(Carta abierta a mi hija Gretel)



Te miro y pienso. Pienso que quiero escribirte algo.
Y no es que no encuentre las palabras.
No. No es eso.
Es que esta vez, las que busco deben ser poderosas, exactas, especiales.
Especiales como vos, mi querida y adorada Gretel, hija de mi corazón.
Hoy cumplís 21. ¿Te acordás cuando esa fecha era tan lejana?
Hoy cumplís 21 y nos pasó el tiempo pero es tiempo que no perdimos.
Y en ese tiempo, te pasaron cosas. Nos pasaron cosas.
A todos nosotros…
Y entre todas esas cosas, desafíos y aprendizajes;
hubo risas, lágrimas, amor y miedos. Y los seguirá habiendo.
Gretel, Nala, Nalota. Shuan Shuan. Gure teru. Wishi. Nalita. Gretelina. Gretelinda.
Fan de Tarja Turunen, de Epica. Del manga y el animé.
Avida lectora, especializada en la literatura de Tolkien.
Que tocás la guitarra eléctrica y estudiás japonés a distancia
y matemática discreta y programás un tetris, todo junto en tu PC,
mientras le explicás derivadas a Martina,
tratando de mantener a raya a Freija, esa gata colorada que te puede,
igual que Bamse, el caniche de Tina en estado salvaje,
que también te puede.
Y querés al Reja y juntos, sueñan sueños los dos.
Te miro. Te estás riendo. Con esa carcajada que me conmueve,
como esa sonrisa dulce que aparece cuando dejás atrás el gesto serio
que caracteriza tu personalidad introvertida.
Te miro y te veo serena aunque sé Gretel,
que la procesión va por dentro.
Que tenés mil cosas para decir, para hacer, para cambiar, para ser.
Te miro y me pregunto qué pude haber hecho distinto.
Qué debí haber hecho distinto, o mejor.
No lo sé, o tal vez sí. Algunas cosas. O todo, o nada.
Pero te miro y siempre sé cuál es el premio que
a pesar de todo o por todo, me das todos los días.
Es el abrazo espontáneo.
Ese abrazo, ese beso cariñoso que nos necesitamos dar
y surge así,
porque las dos sabemos, que nos dimos y nos daremos siempre,
lo mejor.

miércoles, 21 de octubre de 2009

martes, 20 de octubre de 2009

Algo huele mal (y no es este pescado...)


Algo huele mal y no es este pescado. Tampoco es en Dinamarca.
El tufillo es por acá, en algún lugar y llega lejos, nos llega a todos.
Viene de una actitud y se origina en Entre Ríos, en Gualeguaychú. Viene del corte del puente General San Martín que nos une con Fray Bentos, la ciudad que está del otro lado, en Uruguay
Digo tufillo y no hablo de la papelera, no me refiero en este caso a las consecuencias de Botnia. Ese, de haberlo, sería aroma de otro costal y se discute y debe seguir discutiéndose en otros ámbitos, no en una ruta, no en el camino que es suyo, mío y de los demás.
Es el tufillo de la actitud empecinada, unilateral y autoritaria que ejercen los asambleístas que desde el 26 de noviembre de 2006, mantienen un corte, un piquete que impide el libre tránsito vehicular entre los dos paises, con el objetivo de impedir el asentamiento y luego puesta en funcionamiento de Botnia, la papelera finlandesa, que hoy día y como todos sabemos, se encuentra produciendo a pleno.
Avalados por la impunidad y la mirada esquiva del Gobierno nacional, por su inacción en la toma de decisiones, (para evitar asumir el costo político); son los dueños del lugar, los dueños de la barrera, los dueños de decir cuándo se abre el paso, y a quienes sí y a quienes no.
El 14 de octubre fue sí. Algo trascendente sucedería del otro lado, en Uruguay. Un partido de fútbol y por eso, más de 200 vehículos pudieron ir y venir para alentar al equipo que ese día, consiguió no sólo una agónica clasificación al Mundial de Sudáfrica, sino también un resonante escándalo que parece que tenía algo que ver con un chupetín o algo así, que tenía muy preocupado y monotemático a Maradona.
Pero parece, será esa la única "excepción" que estaban dispuestos a hacer los dueños del peaje, ya que mantendrán cerrado el paso de ciudadanos uruguayos residentes en nuestro país, que no podrán emitir su voto, no podrán ejercer su derecho democrático (salvo que busquen otro paso), el próximo domingo cuando el vecino país (y amigo), vivirá una nueva fiesta. La de elegir a un nuevo presidente.
Tampoco alcanzó la muerte de un joven de 32 años, que en el mes de abril de este año, perdió la vida en un accidente que protagonizó al mando de su moto, cuando de noche se estrelló contra el acoplado atravesado en el puente para impedir el paso. Y vaya que lo impidieron.
Fútbol sí, sufragio no. Nada de elegir, eso ya es historia. Nada de derechos, como el de transitar libremente, eso era un sueño y hoy es una pesadilla.
Todos los reclamos son legítimos, seguramente. Pero también es legítimo el derecho a la libertad y si bien puede ser (aún no se ha probado legalmente que Botnia contamine) que los asambleístas tengan razón, que Botnia no debe estar allí, no es la forma, lo decimos hace rato. Ni para ellos, que hace tres años que cortan el paso internacional sin inmutarse y burlándose de cuanta autoridad ose hacer algún comentario.
Tampoco, digamos que este mismo método es aplicable a corte de rutas por protestas del campo ni de ninguna otra índole porque el logro mayor siempre es contra los propios ciudadanos, contra los otros, que también tienen entre todas esas cosas, derecho por ejemplo, a llegar a su trabajo o de ir adonde se les cante, la verdad es esa.
Mientras, la impotencia crece al mismo ritmo que la impunidad, dejándonos anonadados aunque nuevamente, sentimos que ya no van quedando espacios para el asombro y eso, no es nada alentador.

lunes, 19 de octubre de 2009

Huellas...






Huellas.
Una pisada,
la del hombre.
Otras pisadas,
las de su perro.
Y aunque una va
y las otras vienen
serán siempre huellas,
en todos los sentidos...

(Sin) Espacio para el asombro...




DETALLES CHAPA...
Ahora, los trenes, mañana, no sabemos.
El matutino La Nación publicó en su edición del 19-10-09 una información basada en datos de la revista “Todo trenes”. Está más para una de Ripley que una de la realidad.
Cuenta que en 2004, el gran Ricardo Jaime, el del jet y el yate supersónico, ¿lo ubican, no?, le compró a España y a Portugal, en nuestro nombre, 298 trenes (entre locomotoras y vagones), por la módica cifra de 1500 millones.
Hasta ahí, todo bien pero el problema (siempre hay uno, usted ya sabe) es que al que no le habían pifiado la trocha estaba más cerca de ser chatarra que otra cosa...Es decir, no habían leído la parte del aviso donde decía: "Vendo trenes. Detalles chapa".
La cuestión es que según el informe, de las 298 piezas, sólo arreglaron 86 (lo ataron con alambre), pero esto no fue ayer. Fue en 2004 y la cuestión no ha cambiado.
Si usted llegó hasta acá y está indignado, no sabe lo que le espera. Resulta que el nuevo secretario de transporte, Juan Pablo Schiavi, que como todos los ministros que vienen a reemplazar a los anteriores, les toca defender lo indefendible y salió con los tapones de punta.
¿Qué dijo al diario La Nación cuando le preguntaron?
Dijo al ser consultado que no fueron 1500, que sólo se gastaron en vagones y locomotoras (prácticamente irreparables) 370 millones y destacó, (ser sensible si los hay), que se prefirió comprarlos "sin reparar, porque la modalidad elegida fue la de generar trabajo en nuestro país" (O sea, los mecánicos, pum para arriba pero el resto, sigue de a pié o viajando como ganado).
Por último, agregó emocionado que "eso (arreglarlos) nos llevará un año y medio más de trabajo, pero logramos una mejora de 30 ó 40 años, lo cual es un paso importante si tenemos en cuenta el estado en que se encontraban los ferrocarriles".
Esperemos que cuando compren aviones, lean mejor el aviso...
Asombroso, ¿no?

Diálogo: ¿Ta´lindo, eh?

- Ta´lindo ¿eh?
- Siii, la verdad, qué bueno que decidimos venir a relajarnos un rato, acá, a la playa...Está tan lindo...
- Seheee...ta´ lindo, dale, pasame el mate...Sí, la verdad, es que tenemos que aflojar un poco, aprovechar más la playa nosotros que la tenemos acá ¿no? y ahora que dejaron de pasar las motos, los jeeps, los cuatriciclos, se escuchan las olas del mar...
- Siiii, también las gaviotas se escuchan y podemos ver el vuelo de las golondrinas, las tijeretas ya no parecen asustadas...
- Siiii, seeee, ta´lindo. Total, al chiflido de los motores de la Usina, ya me acostumbré...
- Sí, y bueh gordo...es así. Parafraseando la novela de la tele, te puedo decir que sin "sacrificio" no hay paraíso...
- Jajaja, sí, porque las tetas las tenemos, que no es poco...
- Jiji, gordo, cómo sos, dale, agarrá el mate...

jueves, 10 de septiembre de 2009

Taxi libre ¿ya lo sé?


Taxi libre, ¿ya lo sé?

Es la hora en que el sol se clava a pleno a la altura de los ojos y de los parabrisas de los coches y claro, también de los taxis. Necesito tomar uno y veo que se acercan por la avenida. Me recuerdan a un malón. No alcanzo a ver bien, ya les digo, es el sol “de coté” que me mata y me hace adivinar estirando la mano: ¡Taxi! ¿Libre?
Me como unos cuantos amagues.Pongo cara de distraída, emboco uno. Me subo, más bien, me tiro adentro (seguía pasando el tráfico como un malón). “Buenas tardes. Carranza y Nicaragua, por favor…” y como respuesta solo obtuve una especie de gruñido. No me llamó demasiado la atención, hace días que estoy en Capital. Tampoco me preocupó demasiado. Siempre prefiero viajar en silencio y esa comunicación gutural me lo aseguraba.
Después de unas cuadras comienzo a sumergirme en el fascinante mundo de la observación de las personas, a abstraerme viendo cómo transcurre el mundo (mío) y la gente (ajena), a través de mi ventanilla.
La gente. La gente camina a un ritmo casi apabullante. A veces parecen soldados (y soldadas, perdón Clis), algunos van, otros vienen, depende de dónde venga o vaya uno. ¿A dónde? ¿De dónde?, me pregunto sin hallar respuestas. Serían muchas. La mayoría de la gente va abstraída. Tanto como yo.
Pero hay algo que me desconcentra de mi trabajo de mirar a los otros. De mirar todas esas otras cosas. Caras, caripelas, zapatos, patas, peinados, pelos, vestidos y ropas varias. Vendedores, vividores, conquistadores, empujadores, cruzadores (los que se cruzan sin avisar) y el de atrás se lo lleva (por delante); felices, infelices, satisfechos, endeudados, deprimidos, amargos, charlatanes (los menos), divinas, guapos y bombones y todos los demás, que diría son infinitos como tantas realidades hay en cada uno de ellos.
Les decía, que algo me está distrayendo. Es el taxista que hace permanentes ademanes. Ademanes de descontento, haciendo la cabeza de un lado hacia otro, como diciendo “no”. Pero no dice nada, solo mueve la cabeza y acompaña ese ritmo pendular con un resoplido. Con muchos resoplidos. Está molesto. También la mano. La saca y la pone del volante, como para que no queden dudas.
Lo miro disimuladamente (a ver si la ligo yo, pensé). Parece un tipo normal, de mediana edad. ¿Mediana edad? ¿Qué es eso?, bah, no sé, pongamos que 50. Pero creo que no está molesto por una sola cosa, por algo en particular. Creo que está molesto con todo. Con la vida. La vida que le tocó tal vez.
Molesto con el semáforo, no importa el color, a todos les resopla, manopla y cabecea. Con los bondis. Con los que lo dejan pasar y con los que no. Con los otros taxis. Con los otros. Y con él mismo. Escucha la radio, a Víctor Hugo. Pero eso también le molesta.
Ya sé. Debe ser ingeniero. ¿Científico? ¿Ex empleado de una AFJP? O algo así. Eso, eso debe ser para estar tan pero tan molesto con la vida, con las cosas. Qué le habrá pasado. Cómo será su vida. Pienso y me voy con la imaginación. Mi mente tararea “taxi libre ya lo sé, por la general Paz, la ra la ra”.
Libre. ¿Estará libre? ¿Libre de culpa y cargo?, libre para dar, para tener, para decir, para querer, para amar, para cantar, para reír, para bailar, llorar, abrazar. Para irse, para volver. Libre para soñar. ¿Libre para elegir?
“¡Quince con ochenta!”, me interrumpe los pensamientos la voz del hombre. Pago, me bajo y lo veo alejarse. Sigo pensando y empiezo a caminar. Me lamento por él. Sigo pensando... ¡Libre..! ¡Qué delicia! Y empiezo a sonreír.

jueves, 3 de septiembre de 2009

"Natural glamour..."

Foto de http://www.glamour.com/. Nota publicada en La Nación



http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1169863

NUEVA YORK. (AFP) - La publicación de la foto de una modelo con una ligera pancita en la revista norteamericana Glamour provocó una avalancha de felicitaciones.
La foto, que ilustra un artículo sobre la importancia de "sentirse bien en su cuerpo", presenta a Lizzi Miller, una modelo rubia y sonriente de 20 años que mide 1,80 m y pesa 79 kilos, sentada desnuda en una pose que pone en evidencia cierto exceso de barriga en un cuerpo por lo demás perfecto.
La redacción ya ha recibido más de mil comentarios poco después de publicarse la edición de setiembre que celebra los 70 años de la revista de la editorial Conde Nast, especializada en moda y famosos.
"¡Me encanta! Siempre busco ´mujeres reales´ en las revistas femeninas", escribe una lectora. "Esta foto me da ganas de gritar de alegría".
"Las que piensan que esta joven alta, atlética y con un poco de barriga no exhibe una rozagante salud deberían hacerse tratar ellas mismas", dice otra.
"Fantástica", "real", "radiante", "la imagen de la felicidad": "Nunca tuvimos tantas reacciones", comenta en su blog la editora de Glamour, Cindi Leive .
"Sabía que a las lectoras les iba a gustar, pero me sorprendió la cantidad de reacciones", agrega. "Espero que sea el principio de una revolución".
Lizzi Miller ya fue invitada a programas de televisión, más de 200.000 personas consultaron su historia en el sitio internet y la prensa se sumó al debate.
La joven relata que fue gorda cuando era adolescente y afirma haber perdido treinta kilos. "Mi cuerpo me empezó a gustar cuando vi a famosas rellenitas como Beyoncé", explica.
Una campaña por la belleza real
Desde hace varios años la firma Dove realiza la campaña "Por la belleza real" para promover el valor del cuerpo de la mujer más allá de los estereotipos, apostando a la diversidad estética.
En sus publicidades y en distintos eventos, utiliza modelos con cuerpos reales, que están muy lejos de los 90-60-90 pero muy cerca de la figura que el común de las mujeres posee.
Entre las acciones de Dove, se destacó una alianza con Martín Churba, de la firma Tramando en el BAFWeek de 2006, en donde catorce mujeres de distintos talles, tamaños y edades desfilaron con sus diseños.
http://www.youtube.com/watch?v=iYhCn0jf46U&eurl=http%3A%2F%2Fwww%2Elanacion%2Ecom%2Ear%2Fnota%2Easp%3Fnota%5Fid%3D1169863&feature=player_embedded#t=75

martes, 1 de septiembre de 2009

Informe de la situación (parecida...)

Cualquier semejanza con la realidad actual, ¿es pura coincidencia?

Informe de la situación
(Canción escrita por Víctor Heredia en 1982)

"Paso a detallar a continuación
el sucinto informe que usted demandó;
duele a mi persona tener que expresar
que aquí no ha quedado casi nada en pie.
Más no desespere,
le quiero aclarar que -aunque el daño es grave-













Bien pudiera ser
que podamos salvar
todo el trigo joven
si actuamos con fey celeridad.
Parece ser que el temporal
trajo también la calamidad
de cierto tipo de langosta,
que come en grande y a nuestra costa
y de punta a punta del país
se han deglutido todo el maíz.
A los manzanos se los ve
cayendo antes de florecer,
se agusanaron los tomates,
y a las verduras, por más que trate,
ya no hay manera de hacerles bien...
ya no sé qué hacerni tengo con quién.
La gente duda en empezar
la tarea dura de cosechar,
lo poco que queda se va a perder
si, como le dije, no ponemos fe y celeridad.
Y entre los males y los desmanes
hay cierta gente que – ya se sabe -,
saca provecho de la ocasión;
comprando a uno lo que vale dos
y haciendo abuso de autoridad
se llevan hasta la integridad.
Suscribo nombre y apellido
y ruego a usted tome partido
para intentar una solución,
que bien podría ser la unión
de los que aún estamos vivos
para torcer nuestro destino...
Saluda a Ud. un servidor".

martes, 11 de agosto de 2009

No te calentés... (largum vivirum)


No te calentés… (largum vivirum)
Por Ana Jensen

Si había algo que molestaba a Juana era que en el cine le comieran pochoclo en la oreja. Y de postre, caramelos envueltos en celofán. Se sacaba de onda. No se podía concentrar en la película hasta que se comieran el último maíz. Siempre fue así.
Sin embargo, este año para Juana, ha sido un año de grandes cambios en el que el foco de sus padecimientos de rutina, han hecho un cambio notable y con el correr de los meses, se fue direccionando (el foco), hacia otras cuestiones.
Ahora a Juana esas nimiedades ni le van ni le vienen. Es más, ahora que volvió a animársele al cine, ella misma pide un cartón de pochoclo y hasta se anima a revolear alguno en la oscuridad, en complicidad de sus hijos, que lo encuentran de lo más divertido (al cambio de estrategia generacional de su madre, claro, no lo pueden creer).
¿Y por qué? ¿Cómo por qué? Porque se dio cuenta, este año, que lo mejor que le podía pasar era poder estar en el cine rodeada de fanáticos pochocleros y cocacoleros insaciables pero felices, mientras todos se sumergen en un mundo de fantasía, al menos por un rato y dejando para después, para la salida; los vaivenes de la vida real.
Es que a Juana, saben; le llegó la cuenta del gas, igual que a usted, igual que a mí y eso sí que la sacó de onda, la enfureció totalmente porque además, le llegaron otras cosas: la cuenta de internet, el celular (en este mismo momento está esperando que llegue la nena del centro para amputarle el aparatito); la luz, la veterinaria (el michifuz se lamió solo todo el invierno y ahí están las consecuencias, bolo fecal…ouch); la llamó la gestora, justo ahora después de tantos meses para decirle que finalmente le pudieron dar de baja al coche que compró en el conurbano, que está todo bien pero que había que pagar algunas patentes viejas bla bla…y el colegio. La (las) cuotas del colegio, que se le amontonan una atrás de la otra como cachetada de loco, ah, y el egreso, a full la nena (no sólo le da al celular) sino que se acerca la hora de la verdad, egreso más cena más baile más vestido más viaje…
Cuando Petra llegó a la casa de Juana para tomarse unos mates como de costumbre, la encontró en pleno estallido y blandiendo por los aires y a puño cerrado la boleta del gas y se bancó estoica, toda la perorata de su amiga.
- Bueno, Juana, no te calentés…
- ¡Que no me caliente! ¿Qué no me caliente? ¡Claro que no me voy a calentar, con la cuenta del gas que me llegó, ni yo ni mis hijos nos vamos a calentar! Claro que no. Porque por más amparo y la mar en coche y una cola de dos cuadras que me comí porque ya pagué porque viste, yo soy de esas. Esas que pagan y esa plata me la va a devolver Montoto, me la va a devolver…y quién se le anima a la estufa ahora, ¿eh? ¿Quién?
- Bueno… sí, tenés razón -ensayó Petra- ¿tomamos unos matecitos? ¿Dale?
-¿Y sabés qué es lo que más me embola? , desoyó Juana a su amiga. Que yo no soy ninguna gil y leo. Leo todos los diarios. ¿Sabés porqué nos aumentaron tanto el gas? Porque según leí, tienen que cubrir el costo de importar 6,5 millones de metros cúbicos de gas de Bolivia, además de ocho millones de gas natural licuado por día, para cubrir la demanda interna, porque la producción local no alcanza. El año pasado - continuó - este Gobierno gastó 1.400 millones importando gas… ¿Y por qué? Porque se agotan las reservas, hay menos producción y las petroleras no invierten y quién paga? ¿eh?¿eh? Nosotros, los giles…
- Sí, es cierto, pero…
- Pero minga, compran terrenos fiscales, se enriquecen, hay denuncias por todos lados y nada, no pasa nada. ¿Leíste lo del Bolsón? Por favor, y nosotros acá, pagando cuentas, entre la gripe A y el dengue que se viene en cualquier momento…no sé, no sé, qué sé yo…
- Dale, dale, Juana. Para el dengue todavía falta. Tomemos unos mates. No te calentés. Hoy es un día fantástico, parece primavera, no sabés el sol que hay afuera. Vamos al jardín un rato a respirar aire puro. Viste, como decía el Negro Olmedo… “Siempre que llovió paró…” y esta vez, no será la excepción. ¿Cuándo no salimos de una? Nos dan con un caño pero salimos, una y otra vez y esta vez, también lo haremos.
Juana agarró el mate y Petra la pava. Se sentaron en el pasto, en silencio. De pronto, ¡zzzzzzzzzz! un mosquito irrumpió en la escena. Las amigas se miraron por un rato y luego y al unísono rompieron el silencio a carcajadas. Después de tanto, a esa altura del día, lo único que les calentaba, era el sol.

Mis pies

Mis pies
andan,
caminan,
corren.
En lo más alto,
en lo más bajo,
en la trinchera,
en la escena,
más allá o más acá.
Suben,
bajan,
esperan,
frenan,
aceleran,
vuelven.
Y van.
Me llevan,
me traen,
me salvan,
me estrellan,
me proponen,
me sostienen.
Me duelen,
me sacan,
me cansan.
Me acompañan,
son míos.
Y me ponen siempre,
siempre de pie.

lunes, 3 de agosto de 2009

Lo que quedó (una verdadera chanchada...)


Esto es lo que quedó, cuando los discursos terminaron. Cuando ya no había más que decir, ni escuchar, ni ver desde ese lugar, el palco oficial desde el que se inauguró la Exposición Rural '09 de Palermo, el sábado 1 de agosto, cerca del mediodía.
Concurrió una verdadera multitud. Solamente el domingo, pasaron por el predio 114.180 personas. Familias y jóvenes lo recorrieron, aprovechando que el campo se acercó a la ciudad pero ninguno de ellos pasó por ahí, por la alfombra roja, solo habilitada para autoridades e invitados especiales...

miércoles, 29 de julio de 2009

Panorama urbano

El sol del mediodía es lo que los iguala.
El cuerpo de los tres se templa en el frío porteño.
Pero es lo único, salvo el lugar, que también es el mismo.
La moneda otra vez, mostró sus caras.
Las realidades tan distintas. Los rumbos, contrapuestos.
Cara y cruz. O mejor dicho, cara, (hambre) y cruz...

martes, 28 de julio de 2009

Quiet nights...


Donde las palabras sobran...

Martina

¿Cuántas lágrimas va a costarte esta sonrisa?
Mantenerla. Así, siempre tan clara,tan carcajada.
Porque ya se ve, tenés ese don.
El de perseguir la vocación.
Las ganas de ser lo que el destino te marca a fuego.
Contra el que no te vas rebelar.
¿Cuántas alegrías va a costarte esta sonrisa?
Todas.
Todas las lágrimas que yo pueda atrapar.
Todas las sonrisas que podamos compartir.
Todas las que sean necesarias para crecer y ser.
En libertad.

Paradoja

En cada vuelo, el Hornero pasa por el lugar y se siente un tonto.
- ¡Ja! - piensa- "No entrar", que nadie entrara, nadie.
Era lo que quería, cuidar su propiedad, resguardarla de invasores.
Hacerla una fortaleza que lo protegiera de los peligros.
Su casita de barro sería una burbuja. Libre de todo.
Y está bien. Fue con mucho esfuerzo que lo consiguió.
Hacer su casa. Tener todo lo que tuvo.
Pero entre todas esas cosas, olvidó una cosa.
Que nada. Nada pude construirse nunca a espaldas de los demás.
Y ahora, no entra nadie, pero él tampoco.

Algunas florecen, otras marchitan...


lunes, 13 de julio de 2009

Gretel


Las cosas de la vida

Recorro los estantes mientras los observo, pero no me decido por ninguno. Justo yo, que podría contar mi vida a través de los objetos, debo elegir uno. Sólo uno. No es fácil. Siento que al elegir uno, traiciono a otro, y hablo de momentos, de recuerdos que a lo largo de la vida he atesorado guardando cosas.
Cosas de la vida que han significado mucho para mí, por representar momentos o lugares especiales. Me piden que elija una. Hay de todo. No sé, desde un cencerro y un candado de tranquera, los dos muy antiguos, pasando por palitos, piedras, caracoles increíbles; un clavo retorcido y oxidado que encontré allá en el campo, en El Carretero; monedas (una china), una herradura muy vieja que descubrí enterrada a la salida de una cantera, aquí en Tandil; arena volcánica de un lago del sur o tierra colorada, de mi suelo natal, de aquel pueblo que hoy se llama Libertad.
Los recorro y voy recordando cosas. No siempre quiero. Me encuentro con la última copa, juntos; con la bocha del último partido y esas cosas. Me encuentro con mis cosas mientras que al paso de mi dedo va quedando una marca. Sí -pienso- falta una buena plumereada, como la que ahora pasa por mis pensamientos.
Están en la biblioteca. La mandé a hacer a medida, con muchos estantes. Papá tiene una en su casa, que es como un museo de ciencias naturales, es como meterse en un libro de historia, hay toda clase de cosas, bichos, arcos, flechas, piedras, cosas de lugares, de momentos, cartas manuscritas, fotos viejas y amarillas. Desde chica, supe que tendría una igual a la que tiene papá y allí mostrar o mostrarme creo, mi propia historia. En aquel entonces, me preguntaba si algún día llegaría a tener una vida tan interesante que me llevarían a juntar cosas tan increíbles como los objetos que veía, con tanta personalidad, distintos. Casi sin darme cuenta, hoy en casa, los recorro con una carga de nostalgia pero sin tristeza.
Sigo adelante, recordando y recorriendo el pasado y el presente en las cosas, cuando de pronto, mi mirada se queda fija. Ahí estaba. Ya lo había encontrado. “Ese es el objeto, no hay dudas”, me digo en silencio. Cómo no lo supe antes, me pregunté al tiempo que lo levanto y limpio un poco.
Es una medalla, muy pequeña y desde el centro, la figura de una Virgen parece rezar. Está grabada, alrededor de su forma medio ovalada, en inglés y al pie, hay una fecha: 1850. Atrás, con una serie de dibujos que no alcanzo a entender, se puede leer “Italy”.
Recién ahora me percato de todas estas descripciones, de la fecha y de lo que puede significar, que esta Virgen provenga de Italia. Me quedo un poco intrigada, la medalla parece ser de plata, opacada por el tiempo. El ganchito original, para colgarlo de una cadenita, estaba roto. Entre los bordes y la figura, los espacios están calados y desde allí, el mismo día en que me la dieron, la até con un tiento, para que no fuera a perderla. Tenía una misión que cumplir y desde el momento en que la recibí, extrañamente me aferré a ella.
Aún hoy y luego de tantos años, me asombra el efecto que ese pequeño objeto surtió en mí y en el resto de la familia. Nunca pensé que yo, que no fui educada en la religión; que nunca había creído (ni creo) en las imágenes, en los santos y esas cosas (aunque las respeto y confieso que de cuando en cuando recurro a Dios para pedirle o protestarle por algo pero más bien a las apuradas, algo así como “¡Hay, Dios!”, ¡cómo puede ser!”); me quedaría tan enganchada con esta medallita, casi como un objeto de culto.
Me siento e inevitablemente, las imágenes de aquellos días vuelven a mi mente, proyectándose como una película. Y aquello fue como una película. Médicos, consultas, más médicos. Las culpas, los miedos. La decisión ante una pregunta que nos correspondía contestar: “¿Quieren que su hija tenga una vida normal?, así va a poder vivir pero no tendrá calidad de vida, sufrirá horrores, estará físicamente limitada. De lo que ustedes decidan, dependerá su futuro…”.
Dijimos que sí, casi enseguida, su papá y yo, que Gretel iría a cirugía. Estábamos decidiendo por ella, que entonces tenía 15 años y nos acompañó en nuestra decisión, pero sabíamos que era porque confiaba en nosotros. El titanio entraría a su cuerpo y reforzaría su columna. Los preparativos fueron duros y la operación, llevaría seis horas.
Y un día, llegó el día. Minutos antes de que la llevaran a la sala de operaciones, un amigo golpeó a la puerta. Llevaba una medalla e hizo que la palma de mi mano la envolviera y la dejara apretada. Mirándome a los ojos que ya estaban húmedos, dijo: “Esta medalla la recibí en mis manos, cuando alguien creyó que la necesitaba. Ahora la necesitan ustedes. No me la devuelvas. Cuando alguien, a quien quieras mucho la necesite, simplemente, dásela”.
Es domingo. El ventilador hace todo lo que puede pero hace mucho calor igual. La puerta de la calle se abre y ella entra:
-Hola ma, ¿qué hacés?
-Hola, Gret, nada, escribo, ¿y vos, de dónde venís?
- A qué no adivinás de dónde vengo, ¡de hacer rappel, ma!¡Estuvo buenísimo..!, dijo yéndose a su cuarto, feliz.
Dejo la medalla en la biblioteca. Pienso que es sólo un metal, una antigüedad pero no, confieso que creo más que eso. Creo que es la representación de la fuerza, de la unión de los buenos deseos, la fuerza de la fe.
Dejo la medalla en su lugar. Allí seguirá pero sólo, hasta que alguien más la necesite.

Vuelo (2)


Vuelo


¡Oh, oh! Me parece haber visto un lindo perrito...