Algo huele mal y no es este pescado. Tampoco es en Dinamarca.
El tufillo es por acá, en algún lugar y llega lejos, nos llega a todos.
Viene de una actitud y se origina en Entre Ríos, en Gualeguaychú. Viene del corte del puente General San Martín que nos une con Fray Bentos, la ciudad que está del otro lado, en Uruguay
Digo tufillo y no hablo de la papelera, no me refiero en este caso a las consecuencias de Botnia. Ese, de haberlo, sería aroma de otro costal y se discute y debe seguir discutiéndose en otros ámbitos, no en una ruta, no en el camino que es suyo, mío y de los demás.
Es el tufillo de la actitud empecinada, unilateral y autoritaria que ejercen los asambleístas que desde el 26 de noviembre de 2006, mantienen un corte, un piquete que impide el libre tránsito vehicular entre los dos paises, con el objetivo de impedir el asentamiento y luego puesta en funcionamiento de Botnia, la papelera finlandesa, que hoy día y como todos sabemos, se encuentra produciendo a pleno.
Avalados por la impunidad y la mirada esquiva del Gobierno nacional, por su inacción en la toma de decisiones, (para evitar asumir el costo político); son los dueños del lugar, los dueños de la barrera, los dueños de decir cuándo se abre el paso, y a quienes sí y a quienes no.
El 14 de octubre fue sí. Algo trascendente sucedería del otro lado, en Uruguay. Un partido de fútbol y por eso, más de 200 vehículos pudieron ir y venir para alentar al equipo que ese día, consiguió no sólo una agónica clasificación al Mundial de Sudáfrica, sino también un resonante escándalo que parece que tenía algo que ver con un chupetín o algo así, que tenía muy preocupado y monotemático a Maradona.
Pero parece, será esa la única "excepción" que estaban dispuestos a hacer los dueños del peaje, ya que mantendrán cerrado el paso de ciudadanos uruguayos residentes en nuestro país, que no podrán emitir su voto, no podrán ejercer su derecho democrático (salvo que busquen otro paso), el próximo domingo cuando el vecino país (y amigo), vivirá una nueva fiesta. La de elegir a un nuevo presidente.
Tampoco alcanzó la muerte de un joven de 32 años, que en el mes de abril de este año, perdió la vida en un accidente que protagonizó al mando de su moto, cuando de noche se estrelló contra el acoplado atravesado en el puente para impedir el paso. Y vaya que lo impidieron.
Fútbol sí, sufragio no. Nada de elegir, eso ya es historia. Nada de derechos, como el de transitar libremente, eso era un sueño y hoy es una pesadilla.
Todos los reclamos son legítimos, seguramente. Pero también es legítimo el derecho a la libertad y si bien puede ser (aún no se ha probado legalmente que Botnia contamine) que los asambleístas tengan razón, que Botnia no debe estar allí, no es la forma, lo decimos hace rato. Ni para ellos, que hace tres años que cortan el paso internacional sin inmutarse y burlándose de cuanta autoridad ose hacer algún comentario.
Tampoco, digamos que este mismo método es aplicable a corte de rutas por protestas del campo ni de ninguna otra índole porque el logro mayor siempre es contra los propios ciudadanos, contra los otros, que también tienen entre todas esas cosas, derecho por ejemplo, a llegar a su trabajo o de ir adonde se les cante, la verdad es esa.
Mientras, la impotencia crece al mismo ritmo que la impunidad, dejándonos anonadados aunque nuevamente, sentimos que ya no van quedando espacios para el asombro y eso, no es nada alentador.
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