Casi quieto, casi en movimiento,
es el vaivén,
del mar sobre la orilla
y la arena casi desierta
que espera.
Espera al sol,
demorado con la lluvia
y escondido entre las nubes.
Es el viento que las empuja lejos
para que tarden más en volver.
Mientras,
casi inquieta, casi inmóvil,
la playa espera
el fragor del cielo despejado
para convertirse.
Así, casi es todo
y todo esto,
lo que queda.
Cuando ya nos fuimos,
cuando el malacate ya nos trajo,
cuando la nube ya volvió
y cuando al final del día,
ni siquiera nos dimos cuenta.
Que el escenario, ya es otro.
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