Como un tren que nos pasa por encima....

La realidad es como un tren que nos pasa por encima, con su fuerza de hierro, pesada, demoledora. Nos quedamos azorados, sin entender demasiado cómo, es que todas esas cosas pasan o pueden pasar sin que al final de los días (cada uno de los días) alguien chasquee los dedos y ¡tap!¡tap!, nos despierte y nos diga: "Tranquilos, es sólo una pesadilla".

Ni pesadilla ni sueño pesado. Realidad nuestra, de cada día.

- Barras que "trabajan" en el Indek, viajan a Sudáfrica. Se van a pasar todo el mes del mundial. Antes hicieron bardo en la Feria del Libro.
- Mientras jubilados cobran 840 pesos, la Anses reparte plata a empresas insolventes y reparte netbooks a (algunos) alumnos de escuelas (entre otras cosas).
- El corte del puente internacional de Gualeguaychú, seguirá por los siglos de los siglos, si ellos así lo quieren. Al corte, ni Justicia.
- Un profesor apunta a un alumno con un revolver porque escuchaba música en el recreo y una madre, emboca de ida y vuelta a una maestra hasta dejarla internada porque pellizcó a su hijo (que era un sanputa y se ve que la volvía loca), en el brazo.
- En sesión en el Senado, puesta en escena de obra de García Lorca por Pepito Cibrián por matrimonio gay (que apoyo, igual que la adopción)pero ya lo escuché lo de mariquita, mariquita en la radio (son las 15), por lo menos 47 veces.(Es un poco reiterativo).
- Los delitos violentos aumentan en la provincia de Buenos Aires pero sigue siendo solo una sensación...Es porque la prensa solo cuenta las cosas malas. (¿No debería?)
- Un condenado a perpetua con salidas laborales. ¿De qué trabajaba? De asesino y chorro, claro.
- La Nación, en tapa, foto a todo color de uno de los agresores de De Angeli y nadie sabe quién fue...buh buhh
- Un policía de la nueva policía Metropolitana, entongado con tema de subsidios irregulares del amigo EEchegaray, cuando estaba en el Oncca. Otra de la Metropolita y van...

Pero no importa, el Bicentenario fue una verdadera fiesta. Tiramos (tiraron) la casa por la ventana (que estaba abierta, igual que la puerta) y ahora, con la resaca a cuestas, como dice Serrat, el tren arrancó de nuevo pero nadie sabe a ciencia cierta, cuál será la última estación.