
Solos.
Lejos.
O mejor,
alejados.
Afuera
no importa.
Son dueños
del paraíso
al menos
por un rato.
Solos.
Con cañas,
finas,
largas,
flexibles.
Son el sostén
de dos hombres
que se doblan,
que no se quiebran,
que por un rato
se liberan.
Solos y sus cañas,
que los sostienen
para volver
afuera,
dentro de un rato,
un poco mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario