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martes, 16 de noviembre de 2010

Lo que el tiempo se llevó...



Cuántas historias.
En la orilla.
Seca.
Hoy espera,
lo imposible.
Ir,
en contra
del paso del tiempo.
De sequías.
De olvidos.
Por la esperanza,
de salir a flote,
otra vez.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Silueta

Flor es (II)

Fue en Monroe y O´Higgins,



Donde rompí la dieta...

Marcas



Pisadas, voces, días y años.
Sueños, susurros, gritos y ambiciones.
Planes, ruegos, mates con tortas fritas.
Frustraciones, dolores, amores y pasiones.
Tardes lluviosas, noches tormentosas.
Miedos, alegrías, encantos y rubores.
Baños con agua de rosas.
Caminos con espinas.
Derroteros cambiantes, alegría de un día.
Tristeza y la muerte.
El salto constante, huyendo del abismo,
a sus pies.
Proyectos truncos, metas logradas.
El amanecer y la luna yéndose.
O el sol, colándose.
Un programa en la TV.
Una hora, de salir.
Una hora, de llegar.
Cuántas cosas aquí,
han sido descolgadas.
Cuántas cosas,
nos dejan su marca.

Piedra libre...

martes, 9 de noviembre de 2010

Caminante, hay camino...

Tormenta



Lo que comenzó como una tormenta de viento y tierra, fundiendo en el horizonte cielo, monte y sierra, terminó convirtiéndose al caer la tarde en una noche fría regada de lluvia.
Los árboles enjuagaron rápido sus hojas del polvo soplado del sudoeste y sin descanso, todo el día.
Es que el guadal de los caminos voló por los campos secos, que ahora suspiran felices por el alivio de la naturaleza. Aunque los azota, les calma la sed.
Y del calor pasó al frío, de la gracia del brote tardío de las puntas en flor que ahora se sacuden al vaivén enloquecido al temor, para amanecer mañana quien sabe, quebrado o fortalecido.
En el medio de la noche, unas luces se bambolean. Son las de la galería de la casa desde donde se suele ver pasar a todos los que pasan. Un perro da vueltas y se hace un bollito cada vez más apretado. No lo puede creer. Que se le vuelen las orejas y de pronto tanto frío que no puede parar de temblar.
Los sonidos de afuera llegan hasta adentro como una sinfonía. Las chapas del techo hacen fuerza para quedarse mientras la lluvia las transforma en ese instrumento mágico que combina la caía de cada gota, esa sensación maravillosa que dura hasta dejar la nostalgia por el suelo. Esa sensación maravillosa que suele darse cuando la vivimos desde adentro.
Los sapos llevan el ritmo. Y Algunos grillos acompañan. Los árboles se siguen sacudiendo y los nidos imagino, pasan por su peor momento. Una polilla vuela tonta sobre mis cosas.
Y yo acá, escribo pensando en que ya llegará la calma. Y me duermo hasta mañana.
Una luz se mete y me avisa que llegó el día, que le agrega a los sonidos, los ruidos de alguien que martilla y el de un galope que se aleja.
Y le agrega los colores. El horizonte ya no está fundido. Está exultante vestido de rojo, resaltando el borde de las sierras y el azul del cielo y el verde, y el amarillo y el colorado y el lila y el blanco y el de todos los colores que dejó floreciendo igual, a pesar de la dureza del vendaval.
Apuro y cierro esto. Me estoy yendo. Dejo atrás en el camino, ese ciclo. La naturaleza supo y llegó la calma.
Ya estoy acá. Miro a través de la ventana. Solo espero que la naturaleza (del hombre), la sepa imitar y algún día, vuelva a florecer.